10.3.15

Hace días intento ponerle un titulo al remolino que tengo por dentro. Días, horas, minutos que todo sigue igual que ayer. Cada día la rutina de pensarte me invade mas y mas, llegando al punto de sentirme asfixiada. Preguntándome por qué llegue a este punto sin quererlo, sin necesitarlo. A lo mejor te creí un cuento del que ni vos tenias en claro de que se trataba, a lo mejor imagine que podía darlo todo, y me vencí a mitad de camino dejando miles de interrogantes. Los que nunca respondiste. O por miedo a la verdad, o por no saber que contestar, jamás me diste respuestas. Puede que mis actos hayan llevado a todo esto, y sea el precio que me toco pagar por no poder ver a tiempo cuanto estabas dejando por mi. Pero es por la misma razón por la que hoy, aún pagando los platos rotos, sigo acá demostrando por milésima vez que mis sentimientos jamás mintieron. No te juzgo, quizás algún día te percates de que despertar al lado tuyo era mi pasatiempo favorito. Y que escuchar un simple te quiero a mitad de noche, me completaba todos los sueños. Que tu risa era el puente por el cual nunca quería dejar de pasar, y que tus abrazos unían todas las piezas de mi rompecabezas cada vez que sentía caer. Muchas veces me siento egoísta, por creer que vos estabas bien solo por que yo estaba bien a tu lado. Otras tantas me percato de varios de mis actos hacia vos, que evidentemente no te fueron suficiente. Pero tampoco te juzgo, por que conociéndome se que tenia mucho mas para dar. Pero no pude, o no me sentí lista para hacerlo. 
Y fracasé.